Venezuela, la tierra de políticos infieles
Venezuela:
“Soy producto del hurto y la violación, soy una india a la cual no han sabido
amar, soy una latina rumbera con pasiones y sin tacones, soy solo una perra
encadenada que no ha sabido exportar su cuerpo deseado; una loca con poder pero
con ganas de ser más que besada y peleada”
Venezuela, Caracas, una tierra de políticos infieles, una
desgraciada y eterna engañada. Esa ingenua con rostro de violencia, perfume de
pólvora, accesorios mortales y una esperanza frágil, llena de hambre y
ambición. La prostituta de Latinoamérica, esa que solo ha tenido buenos machos,
cabrones, pero machos y nunca un
caballero.
Aquí está la madre de centenares de talentos, con miles
de hijos muertos y millones de hijos que pretenden olvidarla, queriendo ser
mejores prostitutas con rostro de dinero, perfume extranjero y accesorios que
brillen de lo incomparable. La siempre y conocida dramática Venezuela, la
forjadora de traiciones y permisiva en decisiones. ¿Qué hay de la radiante
mujer de tangas tricolor? Una laica que ha venido sufriendo el peso de tantas
estrellas que hoy se apagan de tan grande miseria en su alma ¡La inviable mujer
de contratos! La de todo es tu culpa, la machista cabrona con ínfulas
republicanas y orientaciones progresistas que dan hasta risa.
El miedo la ha hecho violenta, la angustia cobarde y lo
regalada miserable; tildada de vulgar y corriente. La rumbera ya está sobria y
no deja de reprochar sus errores, ya no duerme de tanto llanto, de tanto olvido
sabe que nunca tuvo amigas, y los pocos amigos la llevaron a la cama, dejándola
como una muñeca rota de porcelana. Ya su época de oro pasó, según las estiradas
europeas, que nunca la han soportado por contar con juguetes envidiables desde
niña y heredar una gran fortuna por Doña naturaleza, la abuela verde y confusa.
Ella se siente desganada, atormentada, sucia, avergonzada
y usada, pero aun así está preparada para la guerra que le espera, no cuenta con
amantes ni políticos, solo confiará en la intuición que le ha forjado su ahora
desconfiada ilusión. Es una engañada que tendrá que dejar sus apegos para ver
nacer su libertad. Ya no cree en la igualdad
social y la equidad, solo sabe que su única lucha es la libertad, ella
esperará con cubiertos y platos en su gran comedor de Maiquetía a cada hijo que
decida regresar; sabe que ellos son del mundo, pero también sabe que un hijo no
puede andar sin el abrazo de su madre.
El cambio empieza
desde adentro hacia afuera, la lucha no está en el cambio, sino en el miedo. A
veces perdemos mucho cuando creemos que la felicidad está en el otro; quien no
desea estar a tu lado no debe ser juzgado, solo ser aceptado. Aquel que
pretenda engañarse sabe que al apagar la luz de su recamara sufrirá en silencio
cada recuerdo vivo en su piel, en su alma. Es como aquel cobarde que no sabe
luchar por él mismo y pretende amar a otro perdedor. La vida se define en tres
palabras: Ilusión (habilidad), desilusión (realidad) y reconstrucción
(comunicación), cada cual sabrá vivir, al menos que decida rehusarse al coraje
y a la libertad de vivir, sentir y renacer.
Justo Navarro
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